

Cuando vivía en Colombia, mis amigos solían llamarme por mi segundo nombre, Fernando, y con el tiempo se quedó en Fer.
Años después, con el boom de Phineas y Ferb, muchos empezaron a decirme Ferb porque decían que nos parecíamos (nariz grande, mente curiosa y siempre con algún dato curioso que nadie pidió). El apodo se quedó… y terminé haciéndolo parte de mi identidad.
Así fue como Fer se convirtió en Ferb, y finalmente en ferbperdomo: una mezcla entre mi nombre, mi historia y ese personaje que siempre está construyendo algo ingenioso.
A diferencia de Ferb, yo sí hablo (bastante, de hecho :)). Haber sido profesor me enseñó a comunicar con claridad y a conectar a través de las palabras, aunque conservo su parte tranquila y creativa cuando me concentro en un proyecto.
Dato curioso: en la serie, Ferb solo habla el 8% del tiempo… lo cual sigue siendo más que el porcentaje de gente que realmente lee las secciones "Sobre mí" en las webs.